Bull Terrier miniatura aporta felicidad
Animales

La excelencia en la crianza del Bull Terrier miniatura determina su vida familiar y feliz

El Real Decreto 287/2002, de 22 de marzo, publicado en el BOE del 27 marzo 2002, señala al Pit Bull Terrier, al Staffordshire Bull Terrier y al American Staffordshire Terrier entre las razas de perros “potencialmente peligrosas”. Nada dice este decreto del Bull Terrier miniatura, al que, por extensión (y, por qué no decirlo, por ignorancia) esta consideración le afecta muy negativamente. Sin embargo, la buena crianza de estos perros les hace ideales para vivir en familia y feliz.

Existen verdades que desmienten la “leyenda negra” del Bull Terrier miniatura y que hacen referencia a su demostrable carácter animoso, juguetón y sociable. En el criadero Costa Cabana Bull Terrier destacan, antes que ninguna otra verdad, esta máxima absoluta, un hecho categórico indiscutible: simplemente, el Bull Terrier miniatura no es mencionado para nada en la “lista negra” de perros peligrosos. Así de rotundo.  Y quienes conviven con uno también niegan de forma categórica su falsamente achacada peligrosidad. Es el desconocimiento de esta raza el factor número uno que contribuye a su mala fama.

Criados en condiciones óptimas

En el criadero Costa Cabana Bull Terrier, estos perros “mini” son extraordinariamente felices y están rodeados de cariño, muy lejos de agresividad de cualquier tipo..Las instalaciones tienen dos mil quinientos metros cuadrados de extensión, para la crianza, los juegos y el disfrute de los perros. En el perfil de Facebook de Costa Cabana abundan fotos, testimonios, anécdotas y vídeos acerca de cómo tratan al Bull Terrier miniatura de manera segura, plenamente satisfactoria y placentera.

Los propietarios, Tony y Sofía, tienen allí mismo su casa y cada perrito “mini” tiene su propio espacio: una parcela independiente que podríamos llamar “de auténtico lujo”, pues cada una de estas estancias abarca cuarenta metros cuadrados y tiene una casita de tres metros cuadrados y 1,75 metros de altura, dotadas de aislamiento térmico tanto para el frío como para el calor. Todo ello, construido con materiales de primera calidad.

Tienen, además, una instalación de agua pulverizada, controlada por ordenador, que les refresca en verano, y una zona común de trescientos metros cuadrados para que convivan y jueguen entre ellos, zona común en la que  incluso hay un pequeño lago artificial para que los “minis” puedan bañarse si quieren. basta con mirar las fotos de Instagram de Costa Cabana para comprobar cómo viven estos pequeños animales.

Para que cualquiera pueda comprobarlo, las puertas de estas instalaciones están abiertas para cualquier persona que quiera visitarlas y ver cómo viven los perritos. Sólo es preciso solicitar previamente el permiso necesario y acordar fecha y hora de la visita, pues por razones de seguridad Costa Cabana Bull Terrier se reserva el derecho de admisión.

Toda la finca está videovigilada por un circuito de cámaras se seguridad las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año (366 los bisiestos). Tony y Sofía tienen controlados a todos los perros e incluso pueden verlos a través de la pantalla de sus móviles.

¿Qué aporta un Bull Terrier miniatura a una familia?

Aporta amor, felicidad, compañía, juegos, diversión, fidelidad y protección. Nos explicamos.

Si algo caracteriza al Bull Terrier miniatura es su enorme amor por la familia que lo acoge. Para él, es su familia y siente hacia cada uno de sus miembros una fidelidad extraordinaria. Es un perro de defensa en el caso de intuir que puede haber algún riesgo para sus dueños. Hasta tal punto es así, que están dispuestos a dar la vida por ello si fuera necesario.

Bull Terrier miniatura

Pero lejos de ser un perro peligroso, el Bull Terrier miniatura que ha sido criado en un ambiente óptimo desde su nacimiento, o desde sus primeros meses de vida, no encierra riesgo alguno para el ser humano, si éste lo sabe tratar bien y si no es alguien con malas intenciones hacia la familia del animal o hacia alguna propiedad de ésta.

¿Y cómo sabe el perro quién es un amigo del propietario y quién no? Pues muy sencillo: los Bull Terrier miniatura tienen un instinto extraordinario y detectan las intenciones de un desconocido con la simple observación de sus gestos, sus movimientos, la expresión de su cara o de sus manos e, incluso, por el olor. Cualquier raza de perro tiene desarrollada su capacidad olfativa con una potencia hasta doscientas veces superior a la del hombre. Todos los perros, de cualquier raza, notan cuando el cuerpo de una persona genera más adrenalina de lo habitual, están nerviosas, tienen miedo o sienten agresividad. hacia otros seres humanos.

En el criadero Costa Cabana Bull Terrier, el perro de esta raza ha empezado a vivir rodeado de las mejores condiciones higiénicas, sanitarias, de limpieza, afectivas y de alimentación que ningún perro podría soñar. Por lo tanto, una familia que sepa comprender cuáles son sus necesidades en cuanto a poder hacer ejercicio físico diario (para descargar sus energías) y sus necesidades de cariño encontrará en esta raza canina a un excelente compañero de juegos y mejor animal de compañía.

Se adapta a todo tipo de vivienda

Aunque en el criadero Costa Cabana Bull Terrier haya pasado la primera etapa de su vida al aire libre, a sus anchas, con otros perros iguales a él y con un gran espacio natural para su descanso y para sus ratos de ocio, el perro “mini” se adapta a la perfección a cualquier otro hábitat, ya sea éste un piso de pequeñas proporciones, un chalet adosado, o una vivienda unifamiliar independiente y rodeada de césped, flores y arbolado por los cuatro costados.

El tamaño del Bull Terrier miniatura hace que el animal no precise de grandes amplitudes para vivir feliz. Se trata de una de las especies caninas mejor dotadas para vivir en una casa familiar. Lo único que necesita son los cuidados lógicos de alimentación y limpieza y, por encima de cualquier otra cosa, el afecto de sus dueños.

El perro no es exigente en lo que respecta a condiciones materiales de vida. Pero necesita la presencia de, al menos, uno de los humanos que componen la familia con la que vive. Es feliz cuando se ve rodeado de esta familia al completo y si acude alguna visita es de esos perros que acude enseguida a saludar al amigo, aunque para él sea un extraño, con una gran alegría.

No le gusta la soledad y si se le deja en solitario demasiadas horas al cabo del día, se aburre, se deprime, se entristece… Es en ese indeseable momento en el que el animal podría llegar a portarse de una forma inadecuada, rompiendo una cortina o algún mueble o adorno a su alcance. Pero, incluso en estas condiciones de tediosa soledad, si el perro ha sido bien enseñado y adiestrado se comportará como el dueño quiere que se comporte, aunque esté en solitario.

Se comportan como sus dueños

El mencionado Real Decreto 287/2002, de 22 de marzo, publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el 27 marzo 2002, establece unos requisitos indispensables para poder ser dueño de un animal de los que están considerados peligrosos en potencia. Requisitos tales como tener la mayoría de edad y carecer de antecedentes penales, especialmente por delitos violentos, así como reunir una serie de capacidades físicas y psicológicas concretas, como no sufrir trastornos mentales ni de conducta, o padecer dificultades psíquicas, o presentar problemas de personalidad o cualquier otra afección o anomalía psico-social.

Los poderes públicos deben de velar porque estos requisitos se cumplan y controlar qué tipo de personas están realmente capacitadas para tener a su cargo a un perro y cuáles tendrían que de ser inhabilitadas para ello. Otra cosa es que esta vigilancia se realice de manera eficaz. Pero son el equilibrio psicológico, la estabilidad emocional y el temperamento del dueño los tres factores principales que condicionan el comportamiento del animal, que no hace otra cosa que no sea aprender de su amo.

Y es que el perro se parece a su dueño. Es algo que resulta tan evidente, que hasta la escritora inglesa Dodie Smith iniciaba con esta afirmación su famoso cuento “The Hundred and One Dalmatians” (“Ciento un dálmatas”), de 1956, que cinco años más tarde inmortalizó universalmente Walt Disney en una de sus películas de animación más célebres.

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